El curso “Implementar IA en mis procesos de Farmacovigilancia” dejó claro que la inteligencia artificial ya no es un concepto futurista, sino una herramienta que empieza a formar parte de nuestro trabajo. La jornada estuvo muy bien equilibrada entre ideas innovadoras, experiencias reales y, sobre todo, explicaciones comprensibles para quienes venimos del mundo regulatorio y no del informático.
La sesión introductoria de Francesc Fernández sirvió para ponernos a todos en contexto: cómo hemos llegado hasta aquí, qué puede hacer (y qué no) la IA y por qué esta tecnología ha avanzado tan rápido. Su enfoque fue muy realista y evitó el típico discurso grandilocuente. Ayudó a entender mejor ese “lenguaje informático” que a muchos profesionales de farmacovigilancia todavía nos queda un poco lejos, lo que hizo que el resto del curso resultara mucho más accesible.
En la segunda parte, Norbert Viñas abordó una cuestión clave: por dónde empezar cuando una empresa quiere avanzar hacia modelos más digitales o “IA nativos”. Su hoja de ruta fue clara y práctica, sin ocultar que el proceso implica tomar decisiones importantes sobre seguridad, regulación, datos y cultura interna. Fue una intervención que dio estructura y orden a algo que muchas veces percibimos como demasiado abstracto.
Uno de los momentos más reveladores vino con la experiencia compartida por Iván Arias. Más allá de los casos de éxito, habló con total transparencia de las dificultades reales: la validación de modelos, la necesidad de verificar que los análisis generados por IA son fiables y, en general, los retos que todavía necesitan ser más explorados antes de confiar plenamente en estas herramientas. Escuchar cómo se han enfrentado a estas dudas en un departamento real de FV fue muy valioso, porque aterrizó la teoría y demostró que avanzar en IA no es un camino lineal ni automático.
La jornada cerró con la intervención de Sonia López, quien conectó todas las piezas desde una perspectiva más organizativa: cómo elegir proveedores, cómo validar software sin comprometer el cumplimiento normativo, qué áreas digitalizar primero y cómo acompañar a los equipos durante la transición. Su caso práctico final ayudó a visualizar cómo todos estos elementos pueden integrarse de forma coherente en un departamento de FV.
En conjunto, el curso fue dinámico, útil y muy cercano a la realidad del sector. Más que vender la IA como una solución milagrosa, mostró sus beneficios, sus límites y los pasos necesarios para utilizarla de forma responsable y segura. Para quienes trabajamos en farmacovigilancia y aún estamos familiarizándonos con el lenguaje técnico, ha sido una formación especialmente valiosa que ayuda a comprender mejor estas herramientas y a identificar dónde pueden transformar nuestros procesos sin perder el rigor que nos caracteriza.











